Reseña del libro El hilo en el laberinto. Lectura del Seminario La angustia y sus referencias

El hilo en el laberinto. Lectura del Seminario La angustia y sus referencias, de Verónica Cohen y colegas invitados, nos ofrece, efectivamente, un hilo para seguir, paso a paso, el seminario que Lacan dictó en Sainte-Anne en 1962-63; esa trama que Lacan va tejiendo durante todo un año en torno al afecto princeps, la angustia, como respuesta en acto a aquellos que cuestionaron su supuesto descuido del tema de los afectos.

Y si en dicho seminario Lacan se propone seguir el hilo del discurso freudiano –a partir, principalmente, de Inhibición, síntoma y angustia–, este libro nos invita a seguir el hilo del discurso del propio Lacan. En la introducción misma nos propone: “Tomar la angustia como hilo para seguir el trayecto donde se articula con el drama del deseo”. Y más adelante, acota: “En ese laberinto que es la angustia, Lacan va planteando distintos modos de entrada”. Entonces, nos preguntamos: la angustia, ¿es el hilo o es el laberinto? Leamos a la letra: es el hilo y también el laberinto. Efectivamente, despejar la encrucijada angustiosa permite aproximar la noción del objeto causa del deseo; y, a la vez, al establecer precisiones sobre el objeto a podemos delinear con mayor precisión las coordenadas de la angustia.

En el Seminario X: La angustia, Lacan cuestiona a Freud en el meollo de su texto Inhibición, síntoma y angustia: la angustia no señala la inminencia de la pérdida del objeto; advierte al sujeto ante el peligro de que esa pérdida no se produzca. Y aquí está el paso decisivo de Lacan: considerar la angustia a partir del objeto a. “Es verdaderamente, y con mucho, el mejor seminario que hice” –dirá el propio Lacan a mediados de 1966. “Los que tuvieron la inquietud de nutrirse de él en las vacaciones que siguieron pueden dar testimonio de ello”. Pero su auditorio estaba por entonces más pendiente de las maniobras políticas que, un año después, desembocaron en su expulsión de la IPA.

El hilo en el laberinto… se presenta como un abanico de lecturas. Y no solamente porque son varios los autores: esa pluralidad nos anticipa que no hay La lectura de este o cualquier otro seminario. Esto queda cabalmente demostrado por la diversidad de sesgos por los que aborda el tema; por la diversidad de matices que acentúa, constituyendo un verdadero collage de intervenciones (efecto del collage, la evocación de la falta, que Lacan, en este mismo seminario,   atribuye a una verdadera enseñanza).

El libro se detiene con especial atención en las referencias a las que remite el seminario; pero no en forma exhaustiva. Resulta que las referencias a las que Lacan nos invita, son particularmente numerosas durante ese año de su enseñanza.

La referencia freudiana central es Inhibición, síntoma y angustia; pero además, Lacan introduce comentarios cruciales acerca de los cinco historiales clínicos. Hay numerosas y extensas referencias a los analistas posfreudianos: Margaret Little, Ella Sharpe, Lucy Tower, Barbara Low; al libro sobre la pesadilla de Ernest Jones; al “caso de los sesos frescos”, de Ernst Kris; a Phyllis Greenacre, para el tema del acting out.

Lacan alude a Joan Rivière, a Michael Balint, a Winnicott; cuestiona a Abraham en relación con el objeto parcial; extrae del texto de Reik sobre el shofar los ejes para desarrollar el tema de la voz. Cuestiona a Piaget, a su amigo Merleau-Ponty; interroga a Sade y a Sacher-Masoch. Dentro del campo de la filosofía discute con Sartre, con Hegel, con Kierkegaard. En el terreno literario, vuelve sobre Hamlet, El mercader de Venecia y Macbeth; hace especial hincapié en E.T.A. Hoffmann para lo siniestro y en Guy de Maupassant para el tema del doble; cita a Aldous Huxley, T.S. Eliot, Anton Chéjov.

Se vale de la obra pictórica de Magritte y de Zurbarán y apela, incluso, a tres realizaciones cinematográficas: La dolce vita, de Federico Fellini (que ya había mencionado tres años atrás y que retoma ahora en relación con la mirada); Los domingos de Ville d’Avray (estrenada en 1962 y ganadora del Oscar a la mejor película extranjera) e Hiroshima mon amour (dirigida por Alain Resnais a partir del guion de Marguerite Duras) como ilustración del duelo. Sobre esta última vale la pena destacar que entre nosotros, y en esa misma época, David Liberman la tomó también como referencia para sus desarrollos sobre el tema en La comunicación en terapéutica psicoanalítica.

El hilo en el laberinto… no solo retoma muchas de esas referencias, también acude a otros seminarios del propio Lacan y ensaya articulaciones con desarrollos posteriores de su obra, principalmente el seminario que dictó al año siguiente: Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis. El seminario de la angustia puede leerse con Encore –propone Verónica Cohen; más aún, con Encore puede leerse la conferencia de Freud sobre “La angustia y la vida pulsional”. Inhibición, síntoma y angustia puede, a su vez, leerse con RSI; cabe articular la matriz de los afectos con el nudo borromeo.

Los autores revisan los historiales clínicos de Margaret Little y de Lucy Tower como vía para una renovada interrogación: ¿por qué Lacan recupera su lectura? Son parte del hilo en el laberinto –sostienen–, pero además, funcionan como una bisagra entre Freud y Lacan.

El libro tiene sus propias referencias: Jean-Claude Milner, Jacques Hassoun, Guy Le Gaufey, Gérard Pommier; Melanie Klein, a partir del “caso Dick”, el texto de Béla Grunberger, desplegado y retrabajado para el tema de lo siniestro, El doble de Dostoievski y William Wilson, de Edgar Allan Poe. Una vuelta más por Shakespeare, pero también Los caballitos de Tarquinia, de Marguerite Duras. Anotemos también la puntuación de la película japonesa Nobody knows.

¿A quién está dirigido el libro? Evidentemente, a colegas que tienen cierta noticia del seminario sobre la angustia (el título del libro da por sobrentendida la autoría de Lacan); con ellos dialoga, para abrir el debate sobre cuestiones cruciales respecto de la cura en la experiencia analítica. Del capítulo “Análisis definido e indefinido” subrayamos la afirmación siguiente: “Nuestro interés en este seminario tiene que ver con algo que concierne a la experiencia del análisis. Nos interesa la formulación del análisis como lazo de discurso donde se invita a hablar, se escucha y se interpreta. Algunos analistas tienen la idea de escuchar y no decir nada; entonces, el sujeto no puede cambiar de posición subjetiva o tener una idea más decidida […]. Se trata, no solo de escuchar, sino de escuchar e interpretar”.

Si el esfuerzo de Lacan estaba dirigido a repensar a Freud, El hilo en el laberinto… se suma a nuestra actual empresa: repensar a Lacan.