Reseña del libro de Alberto Franco: Erotismo, sexualidad, sexuación , editorial Letra Viva, Buenos Aires, 2019.

Tres “Prólogos” y una “Nota introductoria” escrita por sus hijas y un buen elemento inicial para decir que el libro de Alberto Franco Erotismo, sexualidad, sexuación merece ser leído.

Ser el tercero de una serie de tres libros [1] que están en diálogo permanente, en reenvío constante, y que abren a sus muchos otros trabajos imprescindibles –desde su necesario “El instante del fantasma” hasta su cuidada traducción de L’amitié , de Agamben– lo vuelve no tanto un punto concluyente, sino el inicio de una posible lectura, laberíntica podría decirse, de la obra de Alberto Franco. En efecto, la suya es una obra : la textura fina y sostenida sobre un eje conceptual firme, declinando de diferentes modos las aristas de los temas que decían de sus preocupaciones –las mismas profundizadas, revisitadas, reentramadas– surgidas de la praxis . Podemos, entonces, entrar a la obra por este tercer libro.

Casi diez años pasaron entre el seminario dictado en Mayéutica-Institución Psicoanalítica, con el nombre “Erotismo, sexualidad, sexuación”, y el momento en que la muerte encontró a Franco trabajando en este libro. No sabemos el porqué de su decisión de elegir este seminario entre los muchos que, como maestro, dictara en Mayéutica. Sin embargo, su silencio es una invitación para nuestras cavilaciones. Veamos las que el libro mismo nos convoca a tramar.

Los primeros capítulos se sirven centralmente del texto El erotismo de Bataille y más lateralmente –aunque no menos ahincadamente–, de La llama doble de Octavio Paz y El sexo y el espanto de Pascal Quignard. Son estos los que vendrán a dar luz al problema del erotismo ligado especialmente a la discontinuidad entre los cuerpos, a la que la pérdida de “la unidad de goce inaugural”, [2]por la vía de la castración, nos condena. Los asertos que proveen la literatura y la poesía tejen la urdiembre requerida para asentar lo que Freud y Lacan aproximaron, y permitir una lectura nueva de los maestros del psicoanálisis. Claro que Franco dialoga aquí con otros analistas –amigos, como Edgardo Feinsilber; colegas cercanos, como Gérard Pommier; autores en quienes solía abrevar, como Pierre-Christophe Cathelineau; aquel a quien llama su “maestro”, Roberto Harari.

Resulta especialmente remarcable la cita de Piera Aulagnier, porque es en ella donde encuentra la rúbrica necesaria para las primeras afirmaciones que vienen adelante: el erotismo está fuertemente ligado a la violencia, son el mismo terreno. Este pequeño indicio muestra a Alberto Franco en todo su esplendor: en la seriedad de su búsqueda no teme servirse de autores ajenos a la “parroquia”, toda vez que le es necesario para respetar el rigor; su posición es siempre y fundamentalmente la de un analista de pensamiento acerado y propio, capaz de marcarse y desmarcarse, simultáneamente, en favor de la intelección de lo que la clínica le presenta.

El inicio del apartado III del capítulo 1 marca un viraje: partiendo de cierta recapitulación de lo relevado en Bataille, Franco avanza hacia la articulación del erotismo con los goces y la transgresión. Podríamos decir que la frase “[…] el goce sexual y el erotismo son siempre limitadamente transgresivos” [3] es un gozne al que puede sumársele la consideración que nos involucra en tanto que analistas: si somos –como escribe Lacan– erotólogos, porque nuestra praxis concierne al deseo, siempre vamos a estar suspendidos en el filo de la angustia.

A partir de allí, Franco va a revisar algunos de sus locus favoritos, pero con la novedad que la lectura desde el erotismo aporta. Cierra el capítulo primero –recordémoslo, el único que dejó corregido y armado para una publicación– con una relectura de La represión y Lo inconsciente de Freud, y en un movimiento magistral los une a lo que viene trabajando: si la sustitución que da origen al síntoma conserva lo sustituido, “[…] en esa transgresión gozante, de la cual hablamos en el erotismo, está lo prohibido mismo”. [4]Y sella con el pasaje por el Edipo y la operación que pone en vigencia al Nombre-del-Padre, para desembocar en una serie de preguntas de las cuales, entiendo que la que destaca es la siguiente: ¿la posición de enunciación es sexuada? , [5] preguntas que irá cincelando en la última parte del capítulo con algunas consideraciones sobre el falo –en sus diferentes acepciones– y el fantasma –en su lógica.

En cuanto a los demás capítulos –los que quedarán en modo de “clases” -, encontramos a Alberto Franco volviendo a transitar sobre aquellos temas que manejaba con mano maestra, pero esta vez con el beneficio que ha sacado, para ellos, del pasaje por el erotismo . La lógica y los deslizamientos en el uso que de ella hace Lacan se despliegan para articularse en este trabajo según la línea que aquí queda marcada: “Ya estuvimos viendo que el goce tiene dos ejes: que por un lado apunta al cumplimiento de la ley y por otro apunta a la transgresión. Este doble eje que hace al placer y al goce también rige la relación con la sexuación ”. [6] La cuestión de las fórmulas de la sexuación y su entroncamiento con la multiplicidad de goces –pasando por el hay-de-lo-Unoy por el no-todo – cierra el libro.

Retomemos la pregunta planteada al inicio: ¿por qué la elección de este seminario para la escritura de un libro? Tal vez sea posible pensar que este fue el tema que –por sus entramados, sus dificultades, sus torsiones– a Alberto Franco le demostraron un formulario de manera más precisa las distintas cuestiones que estaban haciendo el tiempo que venían trabajando y le dio la posibilidad de armar obra . Si, como decíamos al inicio, partiendo de este libro podemos entrar a la obra de Franco, es para reencontrar allí, bajo los diferentes movimientos, una misma posición: su pensamiento incisivo y polémico –sin dejar por ello de estar fuertemente transido por la letra de sus maestros–, sus cruces novadores, su ética intelectual indeclinable.

María Rizzi

[1] Nos referimos, además del libro aquí reseñado, a: Acerca de la lógica del fantasma (2011) y De la doctrina del significante (2012).

[2] Alberto Franco: Erotismo, sexualidad, sexuación , editorial Letra Viva, Buenos Aires, 2019, pág. 21.

[3] Ibíd. , pág. 55.

[4] Ibíd. , págs. 65-66.

[5] Ibíd. , pág. 72.

[6] Ibíd. , pág. 99.