Reseña del libro de Pascal Quignard: La nuit sexuelle, Ed. J’ai lu, Paris, 2009

Pascal Quignard recorre este libro a partir de una pregunta que lo origina: “¿Dónde estaba yo la noche en que fui concebido?”.

Mediante grabados, imágenes y pinturas de todos los tiempos y culturas arma una historia no cronológica, con mitos y relatos sobre lo que llama “la oscuridad que nos ha precedido”. Crea, con maestría metafórica, tres noches, bolsillo de sombras: la noche uterina antes del nacimiento; la noche terrestre de cada día; y la noche infernal, la de la muerte que podemos anticipar. En ellas ubica una “escena” , que llama primaria, de los encuentros sexuales que han tenido lugar a los largo de los siglos.

Con el progreso del siglo XX los homo sapiens -así nos llama-, hemos perdido la noche, la oscuridad y los objetos y sus contornos, el misterio de sus sombras.

A través de la pintura, que nace para contornear las sombras y apresar la noche, lo que no hemos visto y nos precedió; y de los grabados. Quignard recorre el misterio de lo sexual, articulando lo simbólico con la imagen y lo real, imposible de ver. Intenta atrapar con pintura y escritura lo no visto ni oído porque no estábamos allí.

Muestra y relata imágenes inmemoriales de escenas eróticas, secretas e imposibles que involucran el cuerpo, en la búsqueda de un saber nos interroga a partir de lo infantil y de la infancia.

Lo domina una pregunta: “¿Me amabas antes de que fuese?”. El libro transcurre con erotismo, diciendo y mostrando grabados y pinturas sobre Lot y sus hijas, Dido y Eneas, Noé y sus hijos, María Magdalena, el sueño y los sueños, Marte y Venus, Eros y Psique y otros. Con pinturas indias, chinas o europeas –Magritte, Miguel Ángel, Durero, de La Tour, Rubens o Picasso– ilumina la noche y la búsqueda de algo que falta. Las imágenes de la historia de la humanidad son refugio de esa falta.

“Nunca se sabrá jamás lo que hay en el fondo de todo, en las tinieblas antes de su vida. Es tancontinuo. Es tan confuso. Es sin memoria. Noche dulcificante de Leonardo. Noche que irrumpe de Caravaggio. Noche meditativa de Georges de La Tour. Noche profunda y anterior, siempre interior, de Rembrand. Noche violenta y enojada de Goya. Noche helada de Stoskopff. Noche de carbón de Courbet. Noche solemne de Trophime Bigot. Noche ansiosa de Honthorst. Noche mortal e irremisible de Zurbarán. Noche espantosa del último Géricault. Ovidio ha escrito exilado, solitario, moribundo, sobre los bordes del Danubio: Quantum mortalia pectora caecae Noctis habent [ ! De qué cantidad de Noche totalmente ciega están llenos los pechos de los mortales!]”.

La noche de Quignard está llena de tristeza, erotismo, vergüenza y también melancolía; tiene un tono negro que no deja de ser el de la Europa de hoy.

Dota a la oscuridad de esas escenas “primitivas” de consistencia, pura imagen verbal o pictórica.

Este bello e interesante libro y bello despliega e ilumina innumerables modalidades del fantasma, pantalla ante esa oscuridad estructural donde está lo que no hay. Con su elocuente modo de leer la historia erótica de la civilización, Pascal Quignard descubre la pulsión de muerte y la tendencia al Eros enlazada a la misma. Habla de un retorno imposible, ¿pero adónde? ¡Si nuestra existencia es con eso que no hay!

Es probable que su error radique en no separar nacimiento y reproducción del acto sexual. No todo acto sexual desemboca en la reproducción, , por el contrario la ciencia separa cada vez más la reproducción del acto sexual.

Cada relato es síntoma y escritura, escena de la “noche sexual” del no hay relación sexual que aprendimos con Lacan. Por último, cada relato es síntoma y escritura, que vela lo imposible y lo que Quignard llama la “cuarta noche” del tiempo, donde ubica no el vacío sino la nada.

“Detrás de las tres noches (uterina, terrestre e infernal) hay una cuarta noche. Detrás de la noche grávida, detrás de la noche del día y de la tierra, detrás de la noche mortal, está la verdadera noche, la noche de la noche, la noche no biológica, la noche de antes de la vida, la noche de antes del ser, la noche de antes del Big Bang. Noche del tiempo, nada en el fondo del universo, sin vocación haciendo el vacío, hirviente, excesivamente negra. Noche fósil”.