…La esquizia del habla y de la voz toma obvia inspiración en la clase del 19 de febrero de 1964 del Seminario 11 de Lacan, volcado en su versión oficial como “La esquizia del ojo y la mirada”

R. Harari, La esquizia del habla y de la voz.

De lo que se trata es de la voz, dirá Lacan en el Seminario 16,   De un Otro al otro: “El sujeto en ninguna parte está más interesado en el Otro que por ese objeto a  allí”.[1] Va a buscar un tipo de Otro que sobre ese punto de la voz pueda ser puesto en cuestión. Como el crustáceo Palemón, está obligado a arreglarse con el agujero abierto que no es una oreja, sino pequeños granos de arena: “historia que le cosquillea ahí dentro”[2] En todo caso, nos da la pauta de la incidencia de un factor ex-sistente a la cadena interlocutiva y que hace a la presencia de la voz como objeto a. Este, desprendido, fabrica j’ouïs, jouis… He aquí que el genio de la lengua en su latencia, permite aprehender a Lacan: goza oigo, oigo gozo[3]

Es en dicho aspecto, que J-Michel Vives[i] ha determinado la necesariedad de la implantación de un “punto sordo” para poder dar lugar a un silenciamiento capaz de conducir al sujeto a poder hablar sin saber lo que dice; en tanto sujeto de lo inconsciente. Por ende, del ser oído inicial a partir del grito, el infans accede a oír. Pues bien, para que ello acontezca se requiere la gestación de aquel punto sordo: hay que dejar de oír todo, hay que acallar la voz omnisonante para dar lugar al habla del Otro. Sólo que, al oír al Otro, y tal como lo enseña la etimología, se le obedece, por cuanto  oboedire[ii] (obedecer) deriva de audire (oir-audicionar).

Más todavía, obedecer implica una normativa en juego, lo que permite captar la pertinencia lacaniana de situar el objeto a voz en términos del superyó[iii] que obliga a cumplir lo incumplible, porque el significante es imperativo.[iv] Lo cual no deja de recordar  que el significado de este no es su ejecución, sino solamente el hecho de que uno “debería”, ya que nada responde al imperativo.[v]

Así entonces arribamos, a que esta es una vía de atravesar la experiencia de lo Unheimliche que incluye la respuesta ante lo inhabitual, lo incomprendido, lo inesperado, caracterizando un modo de  reaccionar frente al peligro, sensación que surge ante el  “ya visto” (déjà vu), articulándose en este caso a un” ya oído”  déjà ouïe;  o sea ante la presencia de un fantasma inconsciente. (Freud textos ver p.24 Harari)

Cabe decir que el dibujo del niño re-vela, muestra, sin dejar de sustraer, de esconder: monta una ficción- podría decirse- que empero, señala la punta de un real que retorna, el objeto a. ¿Qué hay detrás del velo? El nada que angustia…

[1] J.Lacan, Seminario 16De un Otro al otro”, clase 26/3/69, la traducción me pertenece.

[2] J.Lacan, Seminario 16, (cit), id.

[3] J. Lacan, Séminaire “L’angoisse”, 10, clase del 5/6/63, versión MR, inédita.

[4] Jacques Lacan, El Seminario, Libro11, Los cuatro conceptos fundamentales del psicoanálisis, Paidós, 1986, Buenos Aires, pp.118, 119.

[i] J-M. Vives, La voix sur le divan, Aubier, Paris, 2005.

[ii] P.Quinard,El odio a la música.

[iii] J.Lacan, ibid.

[iv] J.Lacan, Seminario 14, La lógica del fantasma, 1966-1967, inédito.

[v] G.Agamben, “¿Qué es una orden?” Teología y lenguaje, Las cuarenta, Buenos Aires, 2012, p. 56.

[vi] J.Lacan, Seminario La Angustia, op.cit.

[vii] S. Freud , “Lo ominoso” , 1919, t.17, Obras Completas, Amorrortu, Buenos Aires, 1976.


Presentación realizada en el Coloquio Internacional convocado por la Escuela Freudiana de Buenos Aires, la Escuela Freudiana de la Argentina, la Fundación Europea para el Psicoanálisis y Mayéutica- Institución Psicoanalítica “La voz y la mirada en la experiencia del análisis” realizado en Buenos Aires los días 22 y 23 de marzo de 2019.