Reseña del libro de Liliana Donzis: Niños y púberes. La dirección de la cura, Lugar Editorial, Buenos Aires, 2013.
Damos la bienvenida a este libro, un rico aporte para pensar la dirección de la cura analítica en niños y púberes. Como bien lo señala el título, hay diferencias insoslayables que caracterizan a unos y a otros y que son indispensables tener en cuenta a la hora de iniciar un análisis.
La autora, Liliana Donzis, vuelca en sus páginas la pregunta y las hipótesis sobre cómo las operaciones en el análisis apuestan a la emergencia del sujeto, siendo este último el objeto del psicoanálisis. El objeto del psicoanálisis es el sujeto. El libro abre con estas palabras: “Un psicoanálisis es el camino que construye cada analizante. Viator, viajero que entre la vida y la muerte constituye su estructura de parlȇtre –hablanteser– en transferencia. El sujeto traza la ruta de su renovada emergencia, cada vez, también en la instantaneidad del acto analítico en la que está implicado”.
Desde el inicio, toma una posición ética respecto del malestar en la cultura, al que frecuentemente, con etiquetas diagnósticas y con la rápida medicalización, se intenta taponar y silenciar. En la cultura actual, ese malestar no es ajeno a las preguntas que se formulan a los analistas en la consulta, ante los denominados problemas de atención, aprendizaje, hiperactividad, autismo, Asperger y sus variantes.
En esta dirección, sostiene la autora que los diagnósticos centrados en la sumatoria de signos no tienen en cuenta la singularidad del niño y su familia, quedando expuestos a la sobremedicación, muchas veces innecesaria. Y que al mismo tiempo, así se sofoca la chance de viabilizar, entre cuerpo y lenguaje, las vicisitudes de la organización pulsional, situación que va en detrimento de una verdadera y posible transformación del sufrimiento que está en juego.
Es interesante la perspectiva que aborda la posibilidad de sostener un análisis en la infancia, cuando aún son incipientes las articulaciones del inconsciente con la sexualidad, es decir, lo que traza los trayectos y fijaciones de la pulsión.
Hay una preocupación permanente de la autora por desentrañar cómo el drama edípico y la novela familiar operaron en los tiempos instituyentes, tiempos de constitución de la estructura; también por abordar la correlación entre la temporalidad y la manifestación de la estructura como acto de decir en un análisis. Pregunta que se reactualiza hacia el final, cuando se interroga si hay subjetivación de la estructura, remarcando el salto que da el psicoanálisis respecto de otras disciplinas que abrevaron en el estructuralismo. Lacan no estaba interesado, como los lingüistas, en el lenguaje en tanto estructura, sino en el sujeto del inconciente. Por eso, Donzis señala que es a partir de sus desarrollos sobre el goce que Lacan nos invita a resituar la estructura en relación con lalangue, y no solo con un sistema vinculado a la lingüística estructural.
En sus capítulos, la experiencia de la autora con niños y púberes es abordada a través de diversos temas medulares que permiten reflexionar sobre esta clínica. Ellos son:
–Los nuevos aportes sobre el juego.
–El niño y sus padres.
–Clínica de la pulsión en la niñez.
–El campo del sentido y sus problemas.
–Cuerpo. Síntoma. Goces.
–Algo sobre la estructura.
Desde la perspectiva psicoanalítica, el lector va a encontrar un desarrollo acerca de la hiperactividad como respuesta y manifestación clínica de la pulsión; un abordaje sobre el denominado trastorno de Asperger, desentrañado desde el campo de la inhibición y el sentido, y de otros padecimientos de la infancia que conciernen al déficit en la constitución de la imagen y la consistencia del cuerpo.
En el abanico que se abre entre síntoma, cuerpo y goces, el libro avanza desde el fantasma materno y sus consecuencias en la clínica con pacientes graves, a aquellos en los que reina la respuesta del sujeto. Pone a cielo abierto los hechos de lenguaje, el juego y el dibujo como soportes materiales de las asociaciones del niño.
Finalizaremos con estas palabras de la autora: “El niño está hecho para tejer su nudo y el analista tiene la ocasión de dar testimonio de un paso, pasaje, de saber en lo real”.