Reseña del libro de Alberto Franco: De la doctrina del significante, Ed. Letra Viva, Buenos Aires, 2012.

“Incluso cuando en un bosque no hay sendas abiertas,  todos podemos trazar nuestro propio recorrido…”
Umberto Eco Seis paseos por los bosques narrativos                  

Un nuevo libro sobre psicoanálisis asoma en nuestro bosque. Y con él una pregunta, ¿por qué leer este, entre tantos otros nuevos libros sobre psicoanálisis?

Podríamos comenzar esta reseña de un modo más tradicional, intentando transmitir de qué se trata el libro, destacando los conceptos que se abordan en el recorrido teórico del mismo. Pero elegimos otro sesgo porque ocurre que, algo surgido de su lectura, nos hace decir que sus notas vertebrales, aquellas desde las cuales podríamos responder nuestra pregunta inicial, no suenan de ese modo.

En este (su segundo) libro, Alberto Franco, sin dudarlo, nos ofrece de modo amplio y generoso mucho más que el fruto de su labor intelectual. De la doctrina del significante es un libro escrito por un psicoanalista lacaniano que nos invita a transitar (parafraseando a Umberto Eco) “siete paseos por los bosques” del psicoanálisis de un modo singular, ya que lo hace a partir del compromiso con su praxis. Al abrirlo nos encontramos con cinco capítulos, a los que se suman la introducción y un apéndice (sin contar en dicha serie la dedicatoria y el epígrafe, que merecerían “un capítulo aparte”). Y ya en su modo de nombrarlos, el autor nos señala el camino al que nos invita: “Sobre el significante”; “Del significante y la legalidad de lo inconsciente”; “La teoría del significante tal como se desarrolla a partir de la propuesta sobre la metáfora”; “Del significante a la letra” y “De la letra”.

En su transcurrir, muy riguroso en la lectura y puntuaciones de la obra de Lacan y respetuoso de la periodización de los conceptos, este libro abarca gran parte de la obra del maestro francés, pero su mérito reside especialmente en lo que consigue hacer con lo que de modo muy legítimo podemos llamar un trabajo de lectura. Porque al ofrecernos las citas de referencia, hace que ellas revelen su potencial multiplicidad de conexiones, llegando a formular algo que no estaba expreso en el texto. Es así que, sirviéndose del trabajo con los textos, no nos deja en ese punto, sino que muestra sin ambages su deseo de que lo acompañemos a dar un paso más: “franquear” la barrera del confort intelectual al leer en la obra de Lacan una doctrina del significante, que es producto de su saber-hacer. Por otra parte, al brindarnos tan generosamente las citas en que se apoya, nos invita a continuar con la tarea que, vale la pena aclararlo, no es sin Freud, es decir, sin el necesario retorno a sus fundamentos.

Este deseo de ser leído, y de hacerse entender por el lector, se desprende aún (o quizá debiéramos decir, más todavía) de los tramos más complicados, que los hay, por supuesto, ya que el autor no se ahorra el desafío de enfrentar las complejidades ni las contradicciones en el seno de la teoría.

Decimos, entonces, que son las novadoras articulaciones entre las dimensiones-dit-menciones del significante, las que dan por fruto una doctrina del mismo que va más lejos que una explicitación de las distintas teorías del significante en la obra de Lacan. Nos encontramos, de este modo, con un desarrollo que es propio de una elaboración a partir de la praxis del autor, que va en este caso “del neologismo a la letra” (cual fuera el título del seminario dictado en Mayéutica-Institución Psicoanalítica, en el que se gestó gran parte de lo abordado en este libro) y un poco más lejos también.

Del corte de predicación –concepto poco trabajado, y en cierto modo crucial desde la perspectiva de nuestro autor, atravesando el hay de lo uno hasta el significante-todo solo, que nos llevarán hacia el significante nuevo y el hay de la una equivocación, no nos priva, reiterémoslo, de transitar las sinuosidades del camino; pero nos ofrece las herramientas y la compañía para recorrerlo. Un sendero, entre otros posibles, como bien señala el propio autor, que deja abierta la posibilidad para que cada lector encuentre su “bifurcación”.

Ya desde la introducción, es muy claro con respecto a lo que va a ofrecernos, haciendo un escueto, pero no por ello menos valioso, recorte de lo por venir (que no es lo mismo que el porvenir). Sí, no se trata de ilusiones, no hay comprensiones ni respuestas absolutas, por eso “de” la doctrina del significante, desde el título mismo arroja efectos de enseñanza.

Desde las primeras definiciones del significante, avanza recalando en sus relaciones con la predicación y la ordenación, haciéndonos surgir la pregunta: ¿cómo entender esto, incluida la sección de predicado, sin atender a lo trabajado por Recanati en algunos de los últimos seminarios de Lacan?

El ordenar en par le permitió a nuestro maestro francés denominar el significante que representa al sujeto como S2, diferenciar de él a aquel a quien se dirige, y presentar al saber no sabido como S2. En este proceder nos muestra –al tiempo que demuestra– la influencia y la radical importancia del cambio producido por el abandono de la “intersubjetividad”, partiendo de que un significante representa a un sujeto ante otro significante… A continuación, y así como “de paso”, Franco aborda de modo más que interesante la cuestión del je y el moi, siempre actual.

En lo que pareciera un abordaje propio de la lingüística, comienza a introducir la noción de letra, situándonos en los momentos históricos, para reconocer quiénes eran los interlocutores de Lacan en cada momento. Es así que nos encontramos desde Lévi-Strauss, Benveniste, y el ineludible Saussure, hasta otros no tan citados en la actualidad, como Rifflett-Lemaire , J.L. Nancy o Lacoue-Labarthe (solo por mencionar a algunos de aquellos críticos a los cuales Lacan convierte en sus interlocutores). Pero por supuesto, no se trata de hacer cronología, sino de que tal proceder nos brinda los datos para entender la lógica que en ello encuentra el autor.

Asimismo, podremos hallar especificadas claramente las nociones de lenguaje, lengua, habla, lalangue y significación, sentido y significancia, con imperdible claridad.

Luego de trabajar algunas consecuencias de la teoría de los juegos, ahondamos en la conceptualización del significante como par ordenado, (y allí comprendemos la trascendencia de dicho desarrollo, como lo decíamos hace algunos párrafos).

Se inaugura a continuación un nuevo tramo del recorrido donde las diferentes versiones de los cuatro discursos derivan hacia la aparición de ese significante singular que dará pie a la formulación del sinthome. Para proseguir, se hace necesaria la diferenciación entre el significante ordenado en par y el hay de lo uno: el criterio de orden no solo nos permite entender qué significante antecede a cuál –o lo que es lo mismo, cuál predica sobre cuál– sino que, además, permite diferenciar aquel significante –para el caso, “el hay de lo uno”– que se recorta de la cadena, ajeno a cualquier predicación porque, básicamente, no es un significante para Otro.

Todo esto nos conduce a nuevas consideraciones acerca de la noción de letra, que no es sin el abordaje de lalangue, concepto del cual nos es ofrecida una tan exquisita como clara definición.

Una fuerte afirmación le viene muy bien al estilo del autor: en su discurrir no hay último ni primer Lacan. Hay, sí, un devenir de ideas que se entrelazan, deslazan y deslizan, de conceptos que danzan una danza que no es bolero ni marcha. Alberto Franco encuentra y transmite un ritmo singular de pensamiento que, acompasado en su clínica, da cuenta de una “verdadera” praxis lacaniana, haciendo de lo “variado” en su decir, enseñanza.

Sobre el final, nos queda muy claro que “le” y “nos” queda, afortunadamente, mucho por decir; un desenlace a la espera de reanudación. Nuestra experiencia diaria como psicoanalistas.