Presentación del libro
El hilo en el laberinto. Lectura del Seminario La angustia y sus referencias, Verónica Cohen y otros, Ediciones Oscar Masotta, Kliné, Buenos Aires, 2012.
“Lo que distingue el laberinto […] es la combinación de callejones sin salida y bifurcaciones, donde el viajero debe elegir constantemente su camino entre las numerosas opciones que se le presentan: el obstáculo será creado por nuestra elección y no por el destino”. Brion
Con Verónica Cohen compartimos lo textil de una praxis que nos incita a trenzar letras para ponerlas a circular, y la trama textual de la que hablo implica un valor de tiempo: el de la lectura, que comporta historicidad, y el de la escritura, que solo se sostiene por estar presente en el presente. Por lo cual, depende del lector quebrar el principio de parsimonia propio del libro para hacerlo funcionar. Y aquí estoy entonces…
Digo textil porque a mi entender, este libro –texto establecido a partir de las clases de un seminario “orientado para psicoanalistas”, dictado y coordinado por la autora en la Escuela Freudiana de la Argentina– está hecho de nudos que no dicen sino de los agujeros que habilitan cierta aireación crítica en la/s lectura/s de las diferentes posiciones analíticas a las que hace referencia: Freud, Lacan, Klein, posfreudianos, lacanianos, así como a poetas, filósofos, pintores, literatos, tanto como recortes clínicos de su propia cosecha, caídos del diván de la analista, fragmentos de relatos que su escucha hace apólogos y que en ocasiones diversas los encuentra en esa relación cotidiana y singular con lo inconsciente.
Se evidencia en esta publicación el cuidado por no distanciarse más de lo necesario del rango coloquial fundante de la misma, habida cuenta del objetivo –digo por lo que leo– de preservar las condiciones originales de su enunciación: una conversación sostenida con comentarios, preguntas y respuestas de/a/con/ los participantes y dictantes –ahora en coautoría– de aquel seminario. Es decir que, a mi entender, este libro nos habla de un espacio institucional fundado sobre una complicidad de lenguaje y de “deseo de psicoanálisis” que sabe hacer diferencia entre el saber y el conocimiento.
Precisamente, ese saber, en su ligazón con el deseo, hace obrar la transferencia –entre la coordinadora, los dictantes y la audiencia– necesaria para la transmisión del psicoanálisis.
Así las cosas, el camino de esta conversación de la que hablaba, además de una dirección ofrece, al mismo tiempo, la seguridad de que nos movemos dentro del psicoanálisis y no que, fuera de él, damos vueltas a su alrededor. Es claro que resulta de una índole y “orientación” tales que nos hace partícipes como lectores, de una praxis psicoanalítica que no cede en la procura de poner en acto el saber hacer con la transferencia –no menos que con la transferencia de trabajo, su retruécano–, distintivo de la praxis analítica.
Es para celebrar la aparición de este libro que, para mi gusto, está ofrecido a la enseñanza –como le dije a Verónica, y ahora lo hago público– y que por eso mismo no brinda un saber unívoco; antes bien, del mismo modo en que Lacan ha sido el freudiano que ha llevado hasta el extremo el aprender de Freud cómo aprender Freud, aquí nos topamos con citas que son otras tantas lecturas de otros analistas de la EFA. ¿A dónde voy con esto? A que lo singulariza un sesgo, diría a la vez clásico y novedoso: la presentación de la producción de numerosos miembros –como soy del exterior me autorizo a decirlo– tal vez representativa de lo procesado hasta aquí sobre esta experiencia crucial para nuestra praxis psicoanalítica hecha concepto: la angustia.
El hilo en el laberinto… nos entrega el hilo de la angustia sin quid central (sin monstruo, ni tesoro), y por ende a-céntrico, es decir, en suma, sin significado último por descubrir.
Nos salen al encuentro las diversas articulaciones en cursos y recursos que tal vez han forzado mi lectura a una presentación de algunos de sus puntos, los que me han resultado más provocativos y quiero compartir con ustedes.
Voy a ir acercando cuestiones en cierto contrapunto tonal:
* Primera cuestión, empezando por el título: “Referencias”, esta Beziehung freudiana nos dice que la angustia tiene una inequívoca referencia hacia la espera, Erwartung. Es angustia ante algo (vor etwas) que “señala y refiere” la surgencia de el nada, cuyo correlato subjetivo constituye.
* ¿Cuál es el paso que da Lacan allí? El texto advierte: “Formular que la angustia es una traducción subjetiva, que la existencia –esto va para quienes trabajen a Kierkegaard y Sartre– de un lugar de falta, de pérdida, de resto, debe traducirse como la existencia del sujeto sujetado a la falta, o sea, que la falta es el lugar para que el sujeto exista y desee” (pág. 160).
* Diferencia que se interesa en marcar una y otra vez: objeto parcial, a, causa, pulsión.
* Cómo se cursa un análisis, cómo la interpretación en base a los objetos parciales conduce a un punto de indefinición de un análisis que discrimina de interminable (texto freudiano) llevándolo hacia la cuestión de la función paterna, de la categoría de la falta como estructural (lectura estructural de Lacan, pág. 159) y de la posición del sujeto.
* Respecto de la discriminación trabajada entre síntoma y sinthoma, (pág. 48) el acento está puesto en que hace a una diferencia clínica.
* Releva esta pregunta: “¿Qué ordena un análisis para que este sea definido y no indefinido? Algo que está más allá de la castración imaginaria” (pág. 162), y pone en cuestión, acentuadamente, que el objeto a sea el único invento de Lacan.
Respondiendo a eso: lo que ordena es la significación del falo, que nunca es sin el a: falo más a (pág. 163).
* No deja de resaltar, desde las primeras líneas, que “[…] la lógica descubierta por Freud, lógica no del falo, como erróneamente se la llama, [es] del falo y la castración” (pág. 13). Entonces, en esa lógica freudiana, enfatiza el objeto parcial como origen de lo sexual.
Después de este seminario, nos dice Verónica Cohen, hay un corte de Lacan con la enseñanza de Freud; es decir, Freud a partir de Lacan, “hay un después de Freud con Lacan” (pág. 165). Por ejemplo: ¿el resto como diferente de la función de la falta?
Se nos dice que en este seminario (62-63) Lacan inventa el objeto a. Sin duda que Lacan viene trabajando para diferenciar el objeto causa de deseo (que lo empuja desde atrás) respecto del objeto de deseo, como se lee en este libro, pero la cuestión de la invención me interesa por lo que pone en juego en un análisis y que Verónica Cohen lo trae a colación con la invención del objeto en el análisis de cada quien.
En todo caso, Lacan mismo dice que lo inventó el 9 de abril de 1974, en Les non dupes errents, pero al relacionarlo con el grafo lo remite a 1958, a Las formaciones de lo inconsciente, donde comienza a operar un giro y lo inventa, aunque sin decirlo; antes bien, comienza mencionando que se trata de una invención en 1966, en La lógica del fantasma.
¿Se puede afirmar que inventar el objeto a es reinventar el psicoanálisis? Por cierto que inventarlo, también es la invención de un estilo. Uno no va sin el otro.
Cabe considerar aquí que la invención es una imposición, como tal inequívoca, no es por consiguiente un mensaje al Otro. En aquella, la cadena significante se detiene, pero a diferencia del horror del acto, la angustia no dirige la pregunta por un acto hecho de discurso, que interpela: “¿Cómo pude decirlo? ¿Por qué lo dije?”. Es el caso de un extrañamiento “descolocante” que no interroga, ya que es consabido que la palabra que perturba hace estallar el sentido, poniendo algo nuevo que no es ni complemento ni suma.
* Otro punto que me atrajo decididamente fue “la cuestión del lenguaje como trauma” (págs. 14 y 132-164) y lo que se nombra como “dimensión real del lenguaje”.
Como se aprecia en el texto, el trauma no es el del nacimiento sino el hecho de que los seres parlantes nos situamos en determinado lugar por el deseo del Otro, más bien, el trauma es eficaz en hacer hablar porque lanza al infans al estatuto de hablaser.
Somos malentendidos, malescuchados (en francés, malentendu) y esto no puede sino traumatizar. Esta operancia del deseo del Otro arroja como precipitado el trauma, y es así que el cuerpo, transportando el malentendido en tanto trauma, ha sido siendo generado por la inserción en el lenguaje. Es claro que no se trata del trauma de nacimiento, sino del por nacer como producto de ese malentendido entre dos que se hablan. Cuestión puesta en acto por la experiencia del análisis vía la pulsión invocante y su objeto voz. Digámoslo de esta manera: la condición de lo inconsciente es el trauma que implica el malentendido que es el lenguaje
* En una nota al pie de la página 315, después de una breve recapitulación de los temas que abrieron el libro, la autora interpela al lector provocativamente: “¿Quién dijo que en este seminario Lacan no habla de la pulsión? Que no la nombre no quiere decir que no hable de ella. A mí me parece que todo este seminario gira en torno al problema de la pulsión y del fantasma. Que su construcción del objeto a responde al pasaje de la pulsión y al fantasma y de la demanda al deseo”.
Y para concluir, vaya esta remisión que hace al modo discursivo de instalar ciertas preguntas, que hablan de un estilo en la transmisión del psicoanálisis que se vale de ese instrumento clínico tramado en subjetividad, precisamente como apólogo, en la conversación que cierra el libro.