Es destacable, como Lacan se vale de diferentes manifestaciones artísticas para precisar algunos conceptos del psicoanálisis. Para hablar del goce, se refiere al barroco y la exuberante visión o escopía de los cuerpos. Para referirse a la enseñanza en psicoanálisis abreva en la composición fragmentaria del collage. La presencia del analista en la escena la describe con Velázquez pintando en el cuadro de Las meninas. Para mencionar la eficacia de la interpretación toma el Ready made de Marcel Duchamp. La lógica del fantasma se enmarca con el cuadro surrealista “La condición humana” de René Magritte
Alguna vez mencioné, y en relación al manifiesto Retorno a Lacan cuánto el psicoanálisis obtuvo y obtiene en estas latitudes para su desarrollo. Una fructífera y jugosa experiencia que lo pone en diálogo con expresiones artísticas, literarias y culturales con las que mutuamente prospera y enriquece.
Las artes y particularmente las artes visuales, las rupturas que marcan sus controversias, su tendencia transformadora, sus procesos creativos nos enseñan ese destino de la pulsión que permite al sujeto constituirse más allá del plano figurativo que el espejo representa. Desenmarcarse de lo que la mirada del Otro le devuelve y encontrar otros horizontes para su subjetividad
Haciendo estos recorridos me encontré interrogando qué nos transmiten algunos de esos movimientos artísticos. Uno de ellos llamado La Otra figuración germinó entre los años 1961 y 1965 en la escena artística local y reunió a Luis Felipe Noé, Ernesto Deira, Jorge de la Vega y Rómulo Macció. Proponen subvertir esa grieta incómoda qué se había generado entre lo figurativo y lo abstracto y reinventar para la pintura, Otra figuración, que arraiga en lo figurativo pero tiende a lo abstracto y compone otra imagen en el bastidor que socava la mera representación.
Luis Felipe Noe
Luis Felipe Noe
Ernesto Deira
Ernesto Deira
Jorge de la Vega
Rómulo Macció
Rómulo Macció
Rómulo Macció
De la mano del Instituto Di Tella, en estos parajes, en esos años, los 60, afloran obras experimentales que van a estar marcadas por un intenso cuestionamiento a los estilos estéticos que pertenecían al pasado. Son herederas de las vanguardias artísticas europeas, afectadas por el proceso de transformación abierto por la posguerra, influidas por la decadencia de las grandes utopías y receptoras de los refrescantes aires que el psicoanálisis esparció por estas latitudes, con el incipiente arribo de Jacques Lacan a estas orillas.
Dice Luis Felipe Noé “Antes de la Otra figuración, la abstracción y la figuración eran universos mutuamente refractarios. Había que hablar de Otra figuración que se trataba de romper, revisar y recrear sin apelar al gesto fatuo de incendiar la llamada tradición figurativa. Para la Otra Figuración – que fue una propuesta en función de un término que Michel Tapiés, utilizaba en aquélla época, art autre – iba a tratarse de buscar permanentemente la Otra pintura, la que no está en ese lienzo”. Esto es lo que me parece enriquecedor y subversivo de esta corriente, la búsqueda de esa otra pintura. La que no yace en lo figurativo del espejo y tampoco la que sostiene ilusoriamente en el lienzo del fantasma.
La Otra figuración es la composición de una imagen desde otra mirada. La subversión del arte incumbe a esa otra mirada sobre lo ya instituido.
Es donde hace hincapié Lacan cuando homologa a la interpretación con el revolucionario ready made de Marcel Duchamp . La interpretación, y las otras intervenciones – en lo real y en lo imaginario- donde subyace una lectura motorizada por el deseo del analista – leen de modo tal que conmueven el bastidor del fantasma. Trastocan la coagulación de sentido. Ofrece otra mirada …Va al encuentro de la construcción del fantasma para abordar su atravesamiento, allí reside su lógica.
“La función del fantasma en la economía del sujeto es soportar el deseo en su función ilusoria. Él no es ilusorio – es real- , es por su función ilusoria, función imaginaria, que sostiene al deseo» J. Lacan, Seminario 13, clase del 30-3-66
Cuando Lacan se refiere a “La condición humana”, cuadro de René Magritte, para hablar del fantasma refiere: “Más allá del encanto de lo que está pintado en la tela, se trata de no ver lo que se ve por la ventana”. (Seminario de La angustia, clase del 19 de diciembre del 62) …”Es necesario haber llevado las cosas bastante lejos, en un análisis, para llegar al punto donde tocamos en el fantasma el objeto a como el bastidor”. En la clínica ese bastidor del fantasma se manifiesta con la angustia, única traducción subjetiva del objeto a, que revela el horizonte donde se vislumbra el deseo aunque no está garantizado alcanzarlo.
René Magritte “La Condition Humaine”
Reside allí la pregunta de qué mirada retiene al sujeto , si se operó la esquicie entre la visión y la mirada, qué ha quedado coagulado del estadío del espejo y que grito mudo se imprimió en el cuerpo y no recibió el borramiento de la huella de goce que el significante provee.
Fue la clínica que me llevó a valerme de algunas de estas expresiones del arte para dar cuenta de los espacios donde se constituye el sujeto.
Marisa, cuarenta y dos años, llega a la consulta deprimida, angustiada, con fuertes contracturas en la espalda. Refiere que renunció a su último empleo porque en la fábrica de ropa en que trabajaba no podía concretar sus ideas. La discusión había precipitado a partir de sus consuetudinarios. “Si, se puede hacer …pero”. Siempre ponía “peros” a las propuestas del dueño de la fábrica de sacar nuevas prendas. “Podemos confeccionar camisas …pero no hay la tela …”. La tela, que ella buscaba …la que quería para hacer las prendas. ¿Qué tela buscaba, la que no había?
Creó una marca propia de ropa interior …sumamente novedosa…artística decía pero no hacía la difusión y publicidad suficiente. No lograba con eso alcanzar un sustento digno. A veces le proponen algo relacionado con su hacer …pero rápidamente acude el “pero ….”
Cuando próxima a recibirse una docente de diseño de su facultad le propuso que sea su ayudante. Ella le respondió : “Pero si yo no se dibujar” . Marisa no dibuja, ¿qué no dibujaba para poder avanzar en el deseo? También por aquéllo, del “si, pero” fue que no presentó la última entrega para recibirse y obtener el título. Había quedado inconclusa su carrera. No presentó , no se presentó . ¿qué dibujo no podía entregar?
Se abre un abanico de cuestiones que hacen a una novela familiar donde su padre como amaba el monte se fue a vivir a una localidad del interior, cuando Marisa tenía 8 años, después aparecía esporádicamente. La madre, entre costuras – era costurera- , muy deprimida quedó aferrada a sus tres hijas. Repite: “en esa casa no se podía ser feliz”. Recuerda que a la noche cuando iba a dormir se angustiaba y veía todo negro y pensaba si iba a volver a ver a su papá.
Llorando dice que cada vez que aparece algo nuevo, un proyecto, una propuesta es como si un velo negro se levantara delante de ella.
Velo negro, le digo, parece un mandato, “Ve lo negro”, como si no podría haber otra paleta más colorida para pintar sus sueños.
Relata un rosario de recuerdos, imágenes que perduran cristalizadas en su memoria, pero que no se habían aprestado aún a ser leídas. Cuando su padre la dejó allí en un camión encerrada. ¿Se olvidó de mi? se pregunta. O la violencia de su abuela materna y los episodios en que se hacía pasar por muerta y ella desesperaba.
A la sesión siguiente comenta que se dio cuenta que a todas las prendas que confecciona las llama en diminutivo: a las bombachas, bombachitas, a los pijamas, pijamitas … Exclama… tendría que dejar el diminutivo!
El diminutivo que impregnaba a esta mujer, en la que persistía una nenita abandonada, detenida, asustada. Dirección de la cura que habilita a que el deseo no se sostenga sólo ilusoria e idealmente y comience a quitar los “peros” del camino.
La potencia de las imágenes reside en que las imágenes perduran, persisten, perviven como diría George Didie Huberman. Como Magritte y como los artistas de la Otra figuración los analistas subvierten el bastidor del fantasma. Las intervenciones del analista ponen a decir lo enmudecido del goce que queda coagulado en la pervivencia de las imágenes y expresado en dolores y padecimientos corporales. La lectura a la letra hace hablar a la mirada, la ahueca vía el significante y atraviesa lo petrificado del fantasma, para pintar con otros colores el cuadro.