No sin vergüenza
Cuando me propusieron intervenir en este coloquio,[1]1 enseguida pensé en hablar acerca de la vergüenza. Es sin duda porque desde hace un tiempo estoy más atento a ciertos aspectos de nuestra práctica, aquellos que hacen que el progreso en la cura, del que habla el argumento, no pueden obtenerse sin incitar a nuestro paciente a una relación muy particular con el Otro, ese Otro que representamos nosotros en primer lugar,