La invención psicótica de la transferencia
Ernesto Vetere – Editorial Lazos- 2014
El autor procura responder el convite lacaniano a “formalizar la clínica de las psicosis y las neurosis” al inscribir su “propuesta de trabajo dentro de esa perspectiva”, es decir en los términos desplegados por el maestro francés, en la Apertura de la Sección Clínica (1977). A partir de considerar a la “transferencia”, no menos que a “sujeto, objeto a, deseo, goce,” etc, como nociones transclínicas por atravesar la clínica psicoanalítica, – a la que juzga “esencialmente transferencial” – entiende que las psicosis no pueden ser excluidas de la transferencia, o sea de la clínica psicoanalítica misma. Una vez bosquejadas estas cuestiones preliminares, su investigación se abocará a cernir esa “especificidad de la transferencia psicótica”, anudada a “la posición del analista” en ella. Es claro que, desde el vamos, nos habla de una base sobre la que se funda su experiencia de esa clínica que –digámoslo con Lacan- “es lo que se dice en un psicoanálisis”. De este modo, será el estudio de casos- atrapados por el oído de Freud y el de Lacan, tanto como por el suyo propio- un criterio ordenador, elaborado en la relación transferencial analista / analizante y vertebrándolo con articulaciones clínicas-conceptuales.
Pruebas al canto: Vetere analiza la relación del sujeto con el saber al implicar un modo de anudamiento entre este y el amor en la transferencia psicótica. Otra dimensión que no descuida en su trayecto de tenor investigativo es la articulación entre lenguaje y cuerpo, sin dejar de apoyarse en los avances lacanianos llevados a cabo en la última parte de su obra. Con ese propósito, hace hincapié en las consecuencias teórico-clínicas halladas “en el uso operatorio del concepto de sinthome y otros afines como el de artificio o saber-hacer”. Aprehendo así que la presencia constante de la clínica psicoanalítica en su texto importa , ya que la teoría se lee en su puesta en acto operatoria.
Camino a la “invención” en la transferencia – me pregunto si hay otra manera de alcanzar puntas de Real, sea en la psicosis como en la neurosis – el autor propone abrirse al trabajo con lalengua en la audición del fraseo del analizante en la sesión, no menos que a las incidencias del analista en la dirección de la cura. Siguiendo en esta orientación a la subrayada por Lacan, alcanza todo su valor: “ni en lo que dice el analizante ni en lo que dice el analista hay otra cosa que escritura” (1977). Entiendo ahí, que eso no es posible sin poner en obra el juego “serio” con la letra en la producción de enigmas, en relación con las palabras impuestas, hasta llegar a la descomposición de la identidad fonatoria…
Este libro vuelve a poner sobre el tapete-según mi lectura- un efecto de enseñanza a todas luces crucial, marcando el tránsito conceptual desde el Nombre del Padre hacia la nominación. Más bien, dicho de otra forma: se trata del pasaje hacia la supleción , es decir, servirse del Nombre-del-Padre, a condición de prescindir de él.
Ahora bien, tratándose de coser reparando el trébol en el cruce donde se produjo un error o un lapsus en el anudamiento, es donde habrá que saber-hacer- allí: invento, artificio, como discurre el autor. Encuentro que eso implica conjugar lo verbal del “artificio algo”.
Ahora bien, se trata en sus “casos clínicos”- a la manera joyceana de hacer con lalengua- de escritos que “in-vienen” a la sesión analítica –invención no voluntaria sino a la manera de las “hablas impuestas”– destinados a no ser leídos. ¿Cómo? Quiero decir, de manera directa, inmediata, comprensiva, rápida, etc. Quizás sea corporizándose en el “yo no busco, encuentro”, picassiano-lacaniano del que se vale el analista –haciendo su parte- en la invención de la transferencia.
De tal modo es que intentamos aproximarnos –a nuestro turno como lectores- a lo que el maestro francés llama intraducción, como otra forma de pensar lo escrito y el lenguaje. Es así que Lacan evoca a Joyce como iniciador de este proceder intraductor al que hacemos referencia, apuntando a que el escritor irlandés, al intraducir “hace de la palabra tráfico –o recorrido o camino– más allá de las lenguas, tan solo apenas se traduce, al ser igualmente, por doquier, poco [dado o apto] para leer”.
Para ir concluyendo esta nota digamos que se ha puesto en obra la advertencia lacaniana acerca de que el no saber qué hacer con las cosas novedosas poco tarda en ubicarlas con las nociones ya recibidas. Lacan nos recuerda que esto es lo que se hizo, a veces, con Freud, es decir que no se lo leyó, a pesar de que estaba ahí escrito. Es el énfasis puesto en la novedad de lo escrito que adquiere tan notable importancia para los psicoanalistas lacanianos y que ha sido puesto a trabajar en Convergencia, Movimiento Lacaniano por el Psicoanálisis Freudiano, haciendo avanzar el psicoanálisis sobre aquello que aún no ha sido leído, en algunos tramos de la obra de Freud y de Lacan. Cabe destacar que en esta línea, se inscribe este relevante libro que pone en obra el lacaniano Work in progress respecto de saber hacer allí con la lengua. ¿A dónde voy con esto? A que es posible hacerle una muesca, un retoque del sentido, una pincelada final- sin lo cual la lengua no estaría viva. Es decir, esa posición por la cual el hablante organiza las marcas del Otro en una condición –al menos- particular, ante la herencia pesada y enajenante conformada por la lengua… ¿un estilo? De nuevo: forcluyendo un sentido congelado, se pueden generar sonidos inauditos, insólitos, inscribibles en lalengua, en el camino de hacerse-un-nombre…

Ilda Rodriguez- 12/2/2016

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