Por Ilda Rodriguez

[…] lo que es phoné en una lengua puede traducirse en cualquier otra que lo sea

Jacques Lacan

Consideremos la cuestión, para empezar, que Lacan no cesa de transmitir una y otra vez, cuál es la imposibilidad del parlêtre –su real– de acceder a una sola lengua. Está claro que no se re- fiere al hecho de hablar uno o más idiomas, sino a la inexistencia de una única lengua en cada ser hablante. En efecto, se trata de la bifidez[1] de la misma, condición por la cual cadaquien se define por hablar al menos dos lenguas que se bifurcan: lengua materna, lengua natal, lalengua, comprendiendo también –¿por qué no?– lo multilingual de las palabras-valija. Se entiende –está dicho – que Lacan se presenta atravesado por la enseñanza de Joyce en su tesitura lenguajera. Es decir, hablamos de una lengua mediante otra, llamándola l’élangues.[2]

En este punto, nuestra lectura de tres textos que componen LaPsus Calami nos ha conducido hacia unas líneas que se hallan hacia el final de Función y campo del habla y del lenguaje –muy solicitadas por los analistas– en las que se nos advierte: “Que conozca bien la espira donde su época lo entraña, en la obra continuada de Babel”.[3] Bien, en esta ocasión nos detendremos en el punto en que esta vuelca su vertiente en una multiplicidad de lenguas que no se comprenden entre sí.

Hay que decir que como psicoanalistas, no nos queda sino redoblar el compromiso con nuestra ética- la phonetique[4]– se trata del bien-decir, artificiador de los decires analizantes, y que haciendo acto irreversible, no acontece sin la insoslayable presencia del analista. Cada modalidad de sus incidencias, en la dirección de las curas a su cargo, conforma lazos sociales, los cuales marcan momentos de inflexión de y en aquellas. De nuevo, seguramente obedecen, sea al agotamiento del recurso lenguajero –por eso la procura de otro registro- sea a sus movimientos, que ponen en acto otras maneras de dicho lazo social.

En su texto, Diana Voronovsky,[5] al situar las pulsiones escópica e invocante, desentraña “una afinación conceptual” respecto de diversos que- haceres en los que se despliegan tales cuestiones. Así diferencia que la “lengua” de Joyce en su escrito “Finnegans wake, … es pura música”, ocasión para poner sobre el tapete “la pregunta de Lacan por la diferencia entre la voz del cantante y la voz del narrador.” Otra cuestión puesta a jugar es “la minuciosa descripción del modo de hablar de Lacan en sus seminarios”, deteniéndose en la multiplicidad de lenguas habladas por el analizante y el analista, que hacen eclosión en la sesión por “la intrusión inesperada de lo inconsciente”. Pues bien, sosteniendo su abordaje afirma que “la música es texto cantado, el canto es una escritura que se canta”; para aseverar que “lo sonoro de la voz se apoya en el canto”. En todo caso, lejos de la lengua de la comunicación –necesaria para la vida coti- diana- en la sesión analítica se despliega el hablaje, es decir, la impronta de un alfabeto sonoro y mínimo, del orden de lalangue, que atenta contra la lengua natal y que llama Realenguaje.

A su turno, Roland Chemama, nos presenta[6] una original interpretación de lo que hace “mancha en el cuadro” en la sesión analítica y que –a mi entender– da cuenta de un capítulo del lenguaje inteligible desde las pun- tas de Real. Su reflexión se sitúa en “ciertas formas de malestar que experimentan (algunos analizantes) en la experiencia analítica más frecuente de lo que se cree” y relacionadas con el modo de presencia del analista en la cura… que pasa por la voz” y que el analizante liga “a la mira- da que siente sobre él y que le supone al analista.”

En la ocasión diferencia –según mi escucha del texto– diversas cuestiones lenguajeras que acontecen en la sesión analítica, diferenciando allí el sentimiento de culpa y la vergüenza –de la que hace una novedosa presentación– “en el momento en el que lo introdujimos en el consultorio y se sintió mirado. Esta sensación va bastante lejos. Su cuestión, en el fon- do, es que no sabe con qué mirada el analista lo ve.” Sostiene que cuando el analizante se dispone a hablar de eso, es porque está afectado por esa mirada, cuya lengua habla de un juicio negativo, “y este afecto, ligado a la mirada que siente sobre él, es precisamente la vergüenza.”

De nuevo, se trata de lo que nos recuerda Lacan respecto de lo que Freud sabe, no es solamente del orden del lenguaje, sino “del orden de lalengua en que la he escrito en una sola palabra (mot), es para evocar lo que ella tiene de lalación, lo que ella tiene de lalangueado[7]

En su texto, Gerard Pommier[8], acentúa la cuestión de lo que interesa a la escucha del analista en la sesión analítica, que es otra lengua que el idioma o la lengua natal; antes bien “las imágenes que se presentan al mismo tiempo” que el analizante está hablando, “a las que Freud ha llamado Einfall” y que traduce como “lo primero que se cruza” o bien “lo que cae”, pero no “asociación libre”.

Escribe que ante el callar repentino del analizante, le pregunta “¿qué ve usted?”, entonces “las imágenes a veces surgen en la palabra gracias a la pronunciación de una sola letra que, por sí sola, entrega y libera una represión enterrada, atada a un significado visible.”

Apuntamos entonces que se tratará del retorno –de modo desviado– de una imagen “letrina” que había sido olvidada. Por cierto –según entiendo–que lo inconsciente está allí –ni fondo ni bolsa– en tanto moterialidad[9]–dirá Lacan.

Para ir concluyendo, retomamos un decir del texto de Diana Voronovsky “… sea en la incidencia del analista o en el hablar de un analizante, un decir sin hablar, un hablar sin decir y la entrada de la pulsión en el decir, no sin la seriación significante.” Recordemos la retrofundación de la pulsión por Lacan:…” el eco en el cuerpo del hecho de que hay un decir”[10]


[1] Roberto Harari: Intraducción del psicoanálisis. Acerca de L’insu…, de Lacan, Ed. Síntesis, Madrid, 2004.

[2] op.cit.p. 265 y ss.

[3] Jacques Lacan: Fonction et champ de la parole y du langage en psychanalyse”, en Écrits, Ed. du Seuil, Paris, 1970 (traducción de Roberto Harari).

[4] J.Lacan, valiéndose de una homofonía –ética, fauno y fonético- pone en acto un modo de incidir en la cura, mostrando que se trata de “la ética del fauno” y que éste sólo existe por el significante. Cf.R.Harari op.cit.

[5] D.Voronovsky, La intrincación pulsional: su eficacia en la clínica y en el arte.

[6] R.Chemama, No sin vergüenza.

[7] Jacques Lacan: De James Joyce comme symptôme, Conferencia en Niza del 24 de enero de 1976 (ver www.ecolelacanienne.net)

[8] Gerard Pommier, Decir es ver.

[9] Moterialidad: palabra valija que encierra mot (palabra en francés), y que –a mi entender- implica la materia de la que se trata en la materialidad de la palabra.

[10] J.Lacan, Seminario 24 L’insu.